Sapientia Astrología

ASTROLOGÍA · FILOSOFÍA · ESOTERISMO

Descripción del curso

La concepción de la armonía de las esferas es una piedra angular de la cosmología musical pitagórica, profundamente elaborada por Platón y luego por los neoplatónicos. En esta visión, la música no es solo un arte, un pasatiempo o un ornamento placentero, sino un lenguaje vivo y simbólico del cosmos. Es tanto audible como inaudible, y su significado más profundo reside en su poder para conectarnos con la esencia de las cosas y de nosotros mismos. Para la tradición órfica, los pitagóricos y Platón por igual, la música no es simplemente una invención humana o una alegoría; es la fuerza creativa de la naturaleza misma, el Logos divino que configura y sostiene el mundo. Todo el cosmos está rodeado, permeado y sostenido por esta música: es a través de esta sinfonía cósmica que el universo vive y respira.

Según los pitagóricos, los números y las proporciones armónicas no son abstracciones derivadas del mundo físico (como argumentó Aristóteles después), sino principios primeros, arquetipos eternos que preceden y ordenan todas las cosas visibles. La música encarna estas fuerzas arquetípicas, permitiéndonos percibir el orden oculto de la realidad y participar en su creación continua. En este sentido, la música posee un poder transformador: no solo refleja o representa, sino que transfigura activamente el alma, despertándola a su origen divino.

La creación del universo mismo, según el pensamiento pitagórico y los fragmentos de Filolao, es análoga al despliegue de una escala musical — particularmente la escala diatónica en modo dórico — donde la tensión entre el límite (peras) y lo ilimitado (apeiron) se resuelve armónicamente, produciendo un cosmos vivo y ordenado.

Platón, especialmente en el Timeo, presenta el cosmos como un ser viviente dotado de alma e inteligencia, formado por el Demiurgo — un artesano divino que es también una especie de poeta cósmico. En esta creación, el mundo es efectivamente cantado hacia el ser, tejido por intervalos armónicos y simetrías matemáticas, y así refleja el orden inteligible y eterno.

En la República (el Mito de Er) y en escritos neoplatónicos posteriores, esta música cósmica (harmonia mundi) se describe como una música inaudible pero siempre presente, la “música de las esferas,” que emana de los movimientos de los planetas y las estrellas. Neoplatónicos como Plotino y Proclo la vieron como la manifestación de un Alma del Mundo y de un Intelecto divino. De ese modo la música universal y el orden cósmico mostraban que el cosmos visible es tanto un velo como un símbolo o reflejo de un orden espiritual trascendente.

Aunque los humanos ordinarios olvidan esta música después del nacimiento, se decía que Pitágoras retuvo su memoria y pudo escuchar la sinfonía cósmica a través de su profunda sintonía interior y una sensibilidad especial. Contemplando y viviendo conforme a esta armonía universal, el alma puede ascender más allá del reino de los sentidos y la multiplicidad, retornando a la unidad con la naturaleza y con el Uno.

Este curso explorará cómo estas tradiciones entrelazadas — órfica, pitagórica, platónica y neoplatónica — convergen para revelar una visión de la realidad como una composición musical divina. Examinaremos la música como un lenguaje metafísico y simbólico, un camino transformador y una presencia viva que invita al alma a recordar su fuente divina y unirse al himno cósmico eterno.

Docente

Dr. Sebastián Moro Tornese
Doctor en Filosofía especializado en la teoría de la Amonía Cósmica

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El pensamiento simbólico y la visión reencantada

Desde el siglo XVII se ha ido normalizado un modo de ver el mundo que ha inundado todos los campos de la vida humana. La realidad, interpretada cada vez de forma más mecánica, fría y material, ha llegado a ser insoportable en algunos casos. En efecto, si el mundo está desprovisto de toda su dimensión espiritual, al final solo quedan ruinas y ceniza. Parece, sin embargo, que en medio de esa ceniza el ser humano clama por una restauración de los modos antiguos del conocimiento, no en su historicismo ni en su literalidad, sino en toda su vigencia y actualidad, en toda su perenne capacidad de conferir sentido al mundo. La recuperación de la cosmovisión simbólica puede conferir al ser humano posmoderno la capacidad de mirar el mundo admirándolo y de reencantarse con él.

Jorge Rodríguez Ariza (España)
Es doctor en Historia del arte por la Universidad Autónoma de Barcelona. Su tesis doctoral trató sobre el culto y el simbolismo de la Virgen Negra. Ha dirigido su carrera hacia el estudio de la simbología, campo sobre el que ha centrado sus artículos para diferentes publicaciones especializadas, como por ejemplo Arsgravis, Brumal o Herejía y BellezaTrabaja como docente en diferentes instituciones académicas como la Universidad de Barcelona, el Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona o la Fundación Universitaria del Bages. También ha desarrollado diferentes proyectos para el Museo del Monasterio de Sant Cugat. Ofrece cursos y conferencias sobre arte, iconografía y simbología en diferentes centros cívicos y religiosos.

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