Sapientia Astrología

Nota del editor: Otto Neugebauer fue durante muchos años Profesor de Historia de las Matemáticas en la Universidad de Brown, RI. Su prolífica producción incluyó The Exact Sciences in Antiquity (Brown University, 1957) y los tres volúmenes de A History of Ancient Mathematical Astronomy (Springer Verlag, 1975). Lamentablemente, falleció en 1992. El siguiente texto, que apareció en Isis, vol. 42, junio de 1951, es una declaración clásica sobre la importancia de la historia de la astrología en la historia de las ideas.

En el último número de Isis (vol. 41, 125-126, p.374), hay una breve reseña del Profesor Sarton sobre una reciente publicación de E.S. Drower del “Libro del Zodiaco” de los mandeos, caracterizada por el reseñador como “una colección despreciable de presagios, astrología degradada y disparates diversos”. Dado que esta descripción, aunque fácticamente correcta,¹ no cuenta toda la historia, quiero ampliarla con algunos comentarios para explicar al lector por qué un académico serio podría pasar años estudiando temas despreciables como la astrología antigua.

El gran historiador y filólogo belga Franz Cumont firmó en agosto de 1898 el prefacio del primer volumen del Catalogus Codicum Astrologorum Graecorum, cuyo duodécimo volumen está ahora en preparación. La frecuencia de concordancias literales entre los textos griegos y los tratados mandeos requiere extender la caracterización del Profesor Sarton a una empresa que ha contado con el apoyo entusiasta de numerosos académicos de primer nivel.

Todos trabajaron arduamente para recuperar innumerables colecciones de tratados astrológicos de bibliotecas europeas, logrando ofrecernos una visión de la vida diaria, la religión y superstición, los métodos astronómicos y las ideas cosmogónicas de generaciones de hombres que vivieron sin las bendiciones de nuestra era científica.

Para el historiador de la ciencia, la transmisión de ideas es, con justicia, uno de los problemas más importantes. El conocimiento astrológico nos proporciona una de las pruebas más convincentes de la transmisión de la astronomía helenística a la India; los manuscritos astrológicos nos ayudan a estimar con mayor precisión la combinación de fuentes siríacas, árabes, hindúes y griegas en la construcción de la ciencia islámica. Ningún astrónomo árabe puede entenderse completamente sin un conocimiento profundo de los conceptos astrológicos.

La única esperanza de obtener vislumbres de los métodos astronómicos en tiempos de Hiparco radica en la investigación minuciosa de escritores “despreciables” como Vettius Valens o Paulus Alexandrinus. Seis voluminosos textos de “diversos disparates” publicados por el Profesor Thorndike se han convertido en herramientas valiosas para el estudio de la literatura científica medieval. Y la historia del arte y la filosofía del Renacimiento ha ganado enormemente con las investigaciones realizadas por el Instituto Warburg sobre la astrología de períodos anteriores.

El libro de la Sra. Drower es solo una modesta contribución dentro de la tarea mayor de investigación de la historia de la civilización del Cercano Oriente. Los problemas involucrados son mucho más complejos que los textos griegos o latinos, con su terminología y antecedentes mucho más conocidos. Debemos agradecer a la Sra. Drower por exponer una nueva fuente que algún día podría proporcionar el eslabón perdido en la transmisión de doctrinas que han dejado su huella en casi todas las fases del aprendizaje medieval: medicina, botánica, química, etc.

Todos estos hechos, por supuesto, son bien conocidos por el Profesor Sarton. Pero cuando el reconocido decano de la Historia de la Ciencia desestima un campo completo con las palabras “los desechos supersticiosos del Cercano Oriente”, quizás no se da cuenta plenamente de cuánto contribuye a la destrucción de los mismos fundamentos de nuestros estudios: la recuperación y el estudio de los textos tal como son, independientemente de nuestros propios gustos y prejuicios.

Referencia:

1. La clasificación bajo “Babilonia y Asiria” es engañosa porque la astrología mandea pertenece a la civilización islámica, y por ende, en última instancia, a la helenística.